HOMBRES Y NIÑOS

Advertimos a nuestras hijas sobre los hombres en que dejamos se conviertan nuestros hijos
Atilla Yoldas, Periodista y autor @atillayoldas
Men and BoysMen and Boys

Photo Credit: Yulide Yoldas 

Cuando sostuve el cartel "Él por Ella" en la sede sueca de ONU Mujeres en Estocolmo, me di cuenta de lo ligero que era. El delgado cartel con el logotipo que había visto innumerables veces en las redes sociales no pesaba casi nada, pero sin embargo podía sentir el peso de cada uno de los caracteres. Al igual que al contemplar la cita "advertimos a nuestras hijas", estas palabras me recuerdan a mi juventud.

Ya sabes: casilleros rojos y rayados, blasfemias garabateadas en paredes sin color, peleas en los recreos, ruidos fuertes que retumban de las paredes. Un adolescente normal en una escuela normal.

Yo era uno de los niños que intentaba convertirse en uno de los chicos.
Harto de ser hostigado, quería hacer cambios. Conviértete en más "masculino" y se acabará el acoso, pensé. Pero, por supuesto, no fue así. Rara vez pasa así. En cambio, las cosas se intensificaron. 

Me volví más ruidoso y empecé a ocupar más espacio del que me sentía cómodo. Dejé de rechazar los retos para luchar durante los descansos. Empecé a reírme torpemente de supuestos chistes de los que nunca me había reído. Cambié partes de mí para poder interpretar el papel lo suficientemente bien como para encajar. O, al menos, para no ser excluido.

Tardé años en aceptar que cuando me hice más ruidoso, dejé de escucharme a mí mismo. Al ocupar más espacio, me encasillé a mí mismo. Actué de forma que no sólo me perjudicaba a mí mismo, sino también a las personas que me rodeaban, personas a las que quería abrazar sinceramente y con las que quería mantener conversaciones profundas e introspectivas.

En lugar de eso, vi tranquilamente cómo algunos de esos chicos se convertían en los hombres de los que advertimos a nuestras hijas.
Me quedé al margen y fui testigo de cómo nuestros profesores, padres, actores de películas y programas de televisión favoritos, protagonistas de videojuegos, hombres idolatrados y otros hombres adultos les permitieron convertirse en esos hombres. He escuchado los viejos dichos "así son los hombres", "los hombres de verdad no lloran" y prácticamente cualquier otra excusa obsoleta para la masculinidad tóxica que hemos creado desde generaciones atrás.

El cartel de "Él por Ella" y la cita de advertencia son para mí algo más que palabras.

Pesan más que eso porque son una opción que todos los chicos tienen. Habladas o escritas, son un compromiso activo para cambiar la narrativa: para acabar con el sexismo, para evitar que estemos sobrerrepresentados en las estadísticas de suicidio, para detener la violencia contra las niñas y las mujeres, para actuar cuando las actitudes homófobas se ponen en marcha en nombre de la masculinidad, y para tomar una posición contra las normas de masculinidad destructivas.

Las palabras son un desafío necesario a las estructuras arraigadas en nuestras comunidades y más allá de sus fronteras. Nuestro compromiso con esta causa, especialmente como niños y hombres, debe ser incondicional.

No podemos dejar que nuestros hijos se conviertan en los hombres de los que advertimos a nuestras hijas.
Eso depende de nosotros, chicos.

Pasa a la acción: 

  1. Reflexiona. ¿Qué papel juegas en la cultura machista o masculina que está arraigada en la sociedad? ¿Qué normas cumples y por qué? ¿Participas pasiva o activamente en la cultura machista? Es hora de resistir activamente.
  2. Edúcate. Haz preguntas a las niñas, a las mujeres, a las personas con experiencia trans y a otras personas de la comunidad LGBTQI+. Escucha de verdad y respeta sus experiencias. Lee libros, consulta las estadísticas sobre violencia, enfermedades mentales y sexismo, y tal vez toma una o dos clases en línea sobre la masculinidad hegemónica. 
  3. Actúa. Pon en práctica lo que has aprendido sobre ti mismo y sobre cómo la cultura machista o la masculinidad tóxica afecta a las personas en nuestra sociedad. Empieza a resistirte. Cuestiona a tus compañeros e inicia conversaciones con amigos, profesores o tu padre sobre estos temas. Prométete a ti mismo que nunca más serás pasivo, y que siempre asumirás la responsabilidad de hacer que tú y el espacio que te rodea sean inclusivos e igualitarios. ¡Te necesitamos, hombre!